La soledad del Entrenador/Formador

 
A veces, muchas veces, pasa desapercibido que el entrenador/formador no es solo aquel que llega un poco antes de la cita competitiva y reparte el rol que cada jugador o jugadora tiene que desarrollar en cuanto el árbitro hace sonar su silbato para que comience el espectáculo. El entrenador/formador es un profesional, mejor o peor remunerado, que dedica horas y horas a preparar el partido, la sesión, el planning y el estudio del deportista que tiene a su cargo para obtener el mayor rendimiento aun a sabiendas de que los resultados no dependen única y exclusivamente de él, de que no es una cuestión matemática en la que dos más dos de lo planeado puede no ser cuatro porque un mal día, un estado de ánimo inesperado, la superioridad del contrincante, si lo hubiera, o, simplemente, la confluencia de los astros puede dar al traste con todo el trabajo planificado.
Formador: El formador es aquel que sus objetivos se plantean a largo alcance, y suelen ser cualitativos, es decir, busca un progreso en los jugadores que él dirige.

Es la persona que se adapta a las actitudes de los niños para así realizar un trabajo para ellos y su mejora, para esto debe haber una base de análisis de éstos para ver cuál es el nivel general e individual de cada uno de los componentes del equipo.

El formador busca el objetivo de obtener una mejora cualitativa de todos los miembros de su colectivo para que así los jugadores puedan tener un proceso de aprendizaje correcto y continuo, para ello el resultado o la clasificación jamás se verá reflejada en su trabajo de campo ni en su actitud en el terreno de juego.

El formador busca la progresión del jugador de forma más individual dentro del colectivo, se intenta adaptar a las necesidades de cada niño.
 
Mientras que en el deporte colectivo goza de la posibilidad del desahogo en las victorias y en las derrotas, el vestuario del entrenador/formador se resiste a celebrar los triunfos para huir de protagonismos y se envuelve en el hermético caparazón de la soledad para asumir toda la responsabilidad de las derrotas con la única intención de buscar el resquicio por el que se ha colado un posible error y el motivo por el que no ha sabido transmitir el mensaje que tanto había preparado.
 
El entorno donde se realiza el trabajo también tiene especial relevancia a la hora de recoger los frutos apetecidos. La figura del entrenador/formador, casi siempre, es la más cuestionada por todo lo que le rodea. Cualquier aficionado se siente capacitado para poner en tela de juicio las decisiones de quien ha dedicado horas y horas a estudiar al rival, a trabajar con sus pupilos sabiendo que el éxito siempre será compartido y que la derrota será un fracaso que recaerá sobre su espalda sin tener en cuenta que su figura, la del entrenador/formador, es una más del engranaje sea la disciplina que sea, que depende de numerosos factores, tanto personales como de la propia competición, pasando por el azar y decisiones externas.
 
Fuentes:
https://www.hojadellunes.com/
https://elformadorfutbolero.wordpress.com/