Es raro el día de camiseta térmica en el que no haya faltas de asistencia. No hace falta incluso que llueva, basta con que las nubes amenacen con agua.
“¿Hoy hay entrenamiento?”, pregunta la madre sobreprotectora de turno a pesar de que a principio de curso se avisa de que sólo se suspende si el entrenador lo anuncia. ¿Qué ocurre si un joven se moja?, ¿riesgo de resfriado?, ¿y qué ocurre si alguien se resfría? Todo esto, por cierto, puede prevenirse con una ducha cuando acaba la sesión. Pero, claro, en los vestuarios (ahora impolutos) puede haber hongos…
Al que le gusta el fútbol de verdad le da igual que el sol brille con fuerza, que llueva o nieve. Incluso los mejores entrenamientos y partidos son con ese césped mojado y esas gotas que dan en la cara mientras se esprinta. ¿Le gusta de verdad el fútbol a todos los niños que lo practican?.